Es incomprensible que las mujeres no podamos manifestar, en algún momento, que nos sentimos cansadas por cuidar a nuestros hijos.
Mamás no nos sintamos mal por eso.
Ni por querer que se duerman rápido para estar un poco relajadas.
Ni por sentir un poco de alivio cuando estamos solas y tenemos tiempo para nosotras.
Ni cuando nos enojamos porque nuestros hijos quieren estar pegados a nosotras todo el tiempo, y no nos dejan hacer las cosas que nosotras quisiéramos hacer solas.
Ni por sentir un poco de rabia cuándo se despiertan tan temprano y nosotras por nuestra parte quisiéramos dormir un poco más.
Tampoco está mal sentirnos frustradas por posponer alguna actividad, una y otra vez, por estar al cuidado de ellos.
Y mucho menos nos sintamos mal cuando estemos disfrutando de un espacio de soledad en el que no estamos cuidándolos.
Es normal sentir desesperación, impaciencia, frustración, agotamiento, ganas de no arreglarse, ganas de mandar todo al carajo. Es probable que en estos momentos te estés sintiendo mal porque te identificas con cada palabra, pero a la vez estarás pensando que amas infinitamente a tus hijos, y que por ellos todo lo soportas.
Tenemos un amor profundo hacia nuestros hijos y no nos alcanzamos a imaginar la vida sin ellos. No hay amor más grande que el que se le tiene a un hijo y estoy segura que todas las mamás hacemos nuestro mejor esfuerzo por cuidarlos bien y por dar lo mejor de sí; pero es normal que nos cansemos y debe ser normal para todas que lo podamos expresar sin sentirnos juzgadas y señaladas.