Hay mucha gente con grandes iniciativas y pocas “acabativas”; es decir, soñadores a los que les surgen infinidad de ideas, que ponen en acción alguna de ellas, pero al final no las realizan, ni las llevan a feliz término.
En pocas palabras, tenemos mucha decisión y poca determinación. Es cierto que la actitud correcta es determinante, pero la sola actitud no es suficiente para triunfar en la vida; debe derivarse de un estado de conciencia -el cual es más profundo y arraigado que la actitud.
Lograremos cambios significativos en la vida cuando, no solo nos concentremos en nuestras actitudes y conductas, sino también cuando trabajemos basados en nuestra conciencia, sobre los paradigmas de los que fluyen la actitud y la conducta.
Esto es fundamental si queremos que nuestra disposición sea la misma en todas las condiciones y ante toda clase de adversidades; de lo contrario, nuestra actitud estará a un nivel alto cuando todo vaya por buen camino o bajará de nivel cuando los resultados no sean los que esperamos.
Por esta razón, quien toma conciencia, es decir, quien asume la responsabilidad frente a lo que entiende, frente a los retos que asume, y mantiene la actitud correcta en todo momento, estará dispuesto a llevar a cabo aquello que decidió iniciar sin importar las dificultades que se le presenten y será coherente respecto a lo que piensa, habla y hace.
Tomado del Libro Líderes por naturaleza.