En un mundo saturado de productos milagrosos y promesas vacías, pocas marcas logran lo que ha hecho Kala Hair Spa: convertirse en refugio, en solución y en símbolo de amor propio para miles de mujeres. Pero lo más inspirador no está en los tratamientos capilares, sino en la historia que los hizo posibles.
Valeria Romero, fundadora y alma de Kala, abrió su corazón en el nuevo capítulo del podcast Detrás del Like, conducido por Paula Castillo Lenis, y reveló cómo su proyecto nació de una necesidad profunda, de una crisis física y emocional que transformó su vida —y eventualmente, la de muchas otras.
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Una caída que fue impulso
Hace seis años, Valeria enfrentó una crisis de salud que alteró todo su cuerpo: un problema de tiroides, seguido de un embarazo, la llevó a aumentar más de 40 kilos y a entrar a su cesárea pesando 116 kg. “Era como si estuviera habitando otro cuerpo”, recuerda. Más allá del peso, lo que más le impactó fue perder el acceso a prácticas que para ella eran fundamentales en su identidad: arreglarse el pelo, las uñas, sentirse femenina.
En un embarazo de alto riesgo, no podía usar productos convencionales. Entonces comenzó una búsqueda casi obsesiva de alternativas seguras. Así descubrió un tratamiento capilar que podían usar mujeres embarazadas, lactantes y pacientes con quimioterapia. Ese producto, importado y sin representación en Colombia, se convirtió en el punto de partida de todo.
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Mentiras piadosas y valentía empresarial
Para conseguir el producto, Valeria tuvo que hacer una SAS de la noche a la mañana. “¿Tienes peluquería?”, le preguntaron desde la marca internacional. “Sí”, respondió, aunque no era cierto. Pero eso no la detuvo. Se capacitó, importó los primeros galones y comenzó a ofrecer los tratamientos ella misma, en domicilios. Su mamá, su tía, sus amigas… y así, como una bola de nieve, nació Kala.
Pronto contrató dos estilistas, les propuso un negocio a medias y amplió los servicios. La demanda no paraba. Las mujeres no querían solo alisarse el cabello: querían cuidarlo, nutrirlo, recuperar su fuerza. Valeria entendió que lo suyo no era vender un producto, sino responder a una necesidad emocional.
La belleza como acto de autocuidado
Kala se fue consolidando como un espacio de bienestar capilar, donde cada tratamiento lleva el sello de una experiencia pensada para sanar. No se trata solo de estética, sino de acompañar a mujeres que atraviesan procesos fuertes: enfermedades, cambios hormonales, maternidad, duelos personales.
Valeria no es una experta improvisada. Se ha formado, ha investigado, y hoy su empresa traspasa fronteras. Pero lo más valioso sigue siendo su empatía, su autenticidad y ese deseo genuino de ayudar. “Yo sabía lo que se sentía no poder hacerte nada. Y no quería que nadie más se sintiera así”, dice con firmeza.
De una crisis personal a una comunidad poderosa
Lo que comenzó en una sala de estar con un par de galones ahora es una marca que representa libertad, transformación y empoderamiento. Kala no solo es un spa capilar, es una comunidad que se reconoce, se cuida y se celebra.
El capítulo completo con Valeria Romero es un viaje inspirador por los caminos del emprendimiento femenino, la resiliencia y el poder de crear algo extraordinario desde lo más íntimo: el deseo de volver a sentirse bien.