Hay dolores que parten el alma y otros que la despiertan. En este episodio de Detrás del Like, Juliana Pardo conversa con Paula Castillo Lenis y cuenta que ese dolor que parte el alma lo aprendió el 1 de julio de 2025, cuando su hija Isabela, de tres años, no despertó. Ese día, su vida se quebró en mil pedazos. Pero, en lugar de rendirse ante el vacío, decidió transformar su dolor en propósito. Así nació la Fundación Alitas de Isa, un proyecto que hoy acompaña a familias vulnerables y honra la memoria de su hija con amor, servicio y esperanza.
Escucha el episodio completo en YouTube.
Juliana tiene 35 años, es coach en programación neurolingüística, speaker, mamá de Tomás, de 14 años, y la creadora de Hackea tu mente, un método que promueve la transformación personal a través de la resiliencia. Detrás de su sonrisa hay una historia marcada por pérdidas, abusos y renacimientos.
Escucha el episodio completo en Spotify.
“Yo no sabía cómo seguir viva. Pensé muchas veces que debía irme con mi hija. Pero Dios me mostró que Isa no me necesitaba allá, que su propósito era mucho más grande y que yo debía quedarme para cumplirlo aquí”, cuenta con la voz serena de quien ha hecho las paces con la vida.
Un pasado que forjó su fuerza
Juliana creció en un hogar disfuncional, en medio de la separación de sus padres y la violencia. Durante años fue víctima de abuso y calló por miedo a perder a su mamá. A los siete años dejó de creer en Dios. Pero, como ella dice, “Dios nunca dejó de creer en mí”.
De esa infancia herida nació una mujer fuerte, protectora y empática. Años después, su propio proceso de sanación la llevó a convertirse en coach y a acompañar a otras personas con depresión, ansiedad o quiebras emocionales. Lo que no imaginaba era que un día tendría que aplicarse a sí misma todas sus herramientas para sobrevivir al dolor más grande de una madre.
La pérdida que cambió todo
Isabela era su sol. Su compañera, su confidente, su milagro. Una niña alegre que amaba los perritos y los abrazos. Después de varias hospitalizaciones por virus respiratorios, su cuerpito no resistió más.
Juliana lo cuenta con calma, aunque cada palabra pesa: “La acosté a dormir conmigo. Al otro día simplemente no despertó”.
Los días siguientes fueron una pesadilla. Ocho días después del fallecimiento de Isa, Juliana fue despedida de su trabajo y cayó en una profunda depresión. Pensó en acabar con su vida. “Yo no quería seguir. Sentía que mi hija me necesitaba más que nadie”. Pero en medio del abismo apareció una luz: Laura Castro, mamá que también perdió a su hija y fundadora de un espacio de acompañamiento en duelo. “Ella me hizo entender que Isa no me necesitaba allá. Que ella estaba bien, y que mi misión era quedarme para servir.”
El nacimiento de Alitas de Isa
Una madrugada, Juliana sintió la presencia de su hija abrazándola. “Fue como si me dijera: celebra mi vida con los niños”, recuerda. Ese día decidió transformar su duelo en servicio y crear una fundación. El 23 de agosto, día en que Isa cumpliría tres años, organizó la primera actividad: una fiesta para más de 70 niños de la comunidad de Bosques de Pino, en el norte de Bogotá. Entregaron mercados, juguetes nuevos, comida y amor.
Así nació la Fundación Alitas de Isa, que hoy cuenta con programas como el Plan Padrino, talleres de estimulación temprana, jornadas de vacunación para animales y proyectos de formación en liderazgo, emprendimiento y sostenibilidad.
“Mi hija amaba los perritos, por eso también vacunamos y alimentamos a los animales de las comunidades. Es su forma de seguir viva a través de cada sonrisa, de cada plato de comida y de cada abrazo”, dice Juliana con los ojos brillantes.
Renacer con propósito
Su camino no ha sido fácil. Pero Juliana descubrió que el dolor también puede ser una herramienta para sanar a otros. Hoy trabaja nuevamente como speaker y mentora, fue invitada por la reconocida conferencista Regina Carrot a su academia de formación, y continúa impulsando Hackea tu mente, un método que ayuda a las personas a resignificar sus historias.
“Todo lo que nos pasa tiene un propósito. El problema no es preguntar por qué, sino para qué. Yo elegí no quedarme en la oscuridad, sino hacer del dolor una fuente de luz.
Un legado con alas
Juliana convirtió la pérdida en amor multiplicado. Su historia es un testimonio de fe, resiliencia y servicio. En sus palabras, “Isa no murió, Isa se transformó en alas que hoy abrazan a cientos de niños”.
