En el nuevo episodio de Detrás del Like, Paula Castillo Lenis se quita todas las máscaras. Por primera vez, habla en cámara sobre su lucha silenciosa con los trastornos de la conducta alimentaria. Una historia que no solo marcó su adolescencia, sino que sigue resonando en su vida adulta y la invita a reflexionar sobre el poder de pedir ayuda.
“Hoy no tengo invitado. Estoy sola, porque quiero contarles una historia que jamás he contado.”
Así comienza Paula Castillo Lenis uno de los capítulos más íntimos y reveladores de Detrás del Like, el podcast donde usualmente da voz a otros, pero que en esta ocasión se convierte en su propio espacio de sanación.
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Por primera vez, Paula —comunicadora, creadora de contenido y madre— se sienta frente a la cámara para hablar de una parte de su historia que había permanecido en silencio por más de dos décadas: su lucha contra los trastornos alimenticios, una enfermedad que comenzó a los 16 años y que, según confiesa, aún deja huellas en su mente.
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Una niña frente al espejo
Paula recuerda con precisión el momento que cambió su relación con la comida. Tenía 16 años y estaba de vacaciones en Medellín cuando, al ver a otras chicas de su edad con cuerpos tonificados, sintió un golpe interno: “Yo dije: no quiero ser gordita, no quiero estar así”. Sin saberlo, esa frase marcaría el inicio de una de las etapas más duras de su vida.
Dejó de comer. Se alimentaba con chicles, agua y cigarrillos. Durante un mes, su cuerpo comenzó a apagarse. Llegó a pesar 39 kilos. Hasta que un día, su hermano la encontró descompensada y descubrió lo que estaba pasando: “Me lloró, me suplicó que no lo hiciera más. Verlo así me rompió. Y ahí decidí parar”.
Pero no fue fácil. Paula nunca pidió ayuda médica ni psicológica. “Salí sola, a mi manera. Y aunque logré dejar de hacerlo, las secuelas quedaron en mi cabeza. No lo conté nunca. Mis papás se están enterando de esto con este video”.
El silencio como herida
La historia de Paula refleja una realidad que viven miles de personas y que pocas veces se verbaliza. “No lo hablé por miedo, por vergüenza, por no preocupar a mis papás. Pero callar también enferma”, confiesa.
En su testimonio, habla de cómo los pensamientos sobre el cuerpo y el peso se convirtieron en una voz constante en su mente, una que aún hoy le recuerda que “comer un postre o una hamburguesa tiene culpa”. A pesar de llevar una vida saludable y mantener el ejercicio como parte de su rutina, reconoce que esa voz sigue ahí. “Cada vez que como algo dulce, escucho esa vocecita que dice: ‘te va a engordar’. Es una lucha mental que no termina.”
Del dolor a la conciencia
La maternidad marcó un nuevo capítulo en su relación con el cuerpo. Tras subir 27 kilos durante su embarazo, Paula se prometió cuidar su salud sin volver a los extremos. “Después de tener a mi hija, comencé a ejercitarme y a comer mejor. Pero sobre todo, entendí que debía hacerlo desde el amor, no desde el castigo”.
Hoy, su rutina incluye hábitos saludables y ejercicio, pero también una mirada más compasiva hacia sí misma. “Amo los postres, las hamburguesas, los chocolates. Y si quiero comerlos, lo hago. Pero trato de tener equilibrio.”
Más allá de su historia personal, el capítulo es una reflexión sobre la necesidad de hablar, pedir ayuda y reconocer que los trastornos alimenticios son enfermedades de salud mental, no simples decisiones estéticas. “Nunca fui a terapia, y sé que debería hacerlo. Tal vez sea el siguiente paso”.
Romper el ciclo
Paula también habla como madre. Su hija Emilia, de ocho años, es ahora el espejo donde proyecta un nuevo tipo de relación con la comida. “No quiero que repita mis patrones. No le hablo del cuerpo ni del peso, le enseño a comer con equilibrio, a disfrutar. A veces come dulce, a veces no. Tiene una relación sana con la comida, y eso para mí ya es una victoria”.
Una historia que invita a hablar
El episodio de Detrás del Like no es solo una confesión, es una invitación. Una forma de decirle a quienes atraviesan batallas silenciosas que pedir ayuda no es debilidad, sino valentía. “Si algo me dejó esta experiencia —dice Paula— es que uno no puede quedarse callado. Si algo te duele, si algo te supera, hay que hablarlo. Hay que alzar la mano”.
Porque detrás del brillo, las cámaras y los “likes”, también hay heridas que buscan ser comprendidas.
Y porque contar lo que antes se calló, también puede salvar vidas.
