Cuando tienes un problema, muy en el fondo de ti, está la respuesta. El coaching logra que la persona reflexione mediante una conversación y que en ese proceso se dé cuenta de algo que no había contemplado.
Cuando se comienza a practicar el coaching, la persona llega con un nivel de conciencia. Con solo una sesión, el coach tiene la capacidad de hacer reflexionar al cliente, y de ubicarlo en un nivel de conciencia superior al que llegó, el cual lo llevará a tomar decisiones que antes no contemplaba, y por supuesto, esas acciones estarán sólidamente alineadas con sus principios y valores.
No es posible resolver un problema con el mismo nivel de conciencia con el que fue creado. El coaching tiene la capacidad de ver la brecha. En conclusión, el coach lleva a la persona a florecer, y hace capaz de ver brillo en la persona.