La sociedad nos acostumbró, o más bien nos impuso una sola forma de vivir. Es como si uno naciera con una cartilla debajo del brazo que dijera:
- Debes estudiar
- Trabajar
- Casarte
- Formar una familia
- Conseguir mucho dinero
- Tener éxito
Y si no lo haces así, no vas hacer nadie. ¿En serio? ¿Quién dijo que así funciona la vida?
Hay que respetar si uno no se quiere casar, si no se quieren tener hijos, si se quiere un solo hijo, si se quiere ser médico o youtuber. La sociedad nos matriculó en un viaje que uno cree que no tiene retorno.
¿Cuáles son las ganas de ganar, ganar, y ganar? ¿Para aparentar y acumular?
Clasificar en un mundo en el que las apariencias reinan, y por dentro sólo hay basura emocional, no es una opción. Hay que vivir acorde a lo que uno siente y piensa, no a lo que dice tu familia, tu amigo, tu pareja, o tu vecino. Tal vez en ese recorrido te vaya mejor que lo que algún día pensaste, y lo mejor de todo, saliendo de parámetros preestablecidos que para lo único que sirven es para inflar el ego, el peor enemigo de todos.
Ese bombardeo de mensajes es lo que nos tiene fregados. No nos deja pensar, no nos deja ser. Hay que tener tesón para decir a mí no me gusta ese estilo, a mí me gusta otro, y luchar por salir adelante tal vez con otra manera de ver la vida; eso sí sin pisotear a nadie, y mucho menos hacer daño.
¿Por qué nos dará tanto miedo rebelarnos?
Muchos dicen que no les importa el qué dirán, pero en realidad ese sentir ha arruinado más sueños que cualquier otra cosa en el mundo. Y claro, es más fácil acostumbrarnos que decir NO.
Ojalá en las reuniones familiares dejen de reinar las preguntas:
- ¿Y no te piensas casar?
- ¿Y para cuándo el hermanito?
- ¿Y por qué te has engordado tanto?
- ¿Y por qué estás tan flaca?
- ¿Y para cuándo los hijos?
- ¿Ya va siendo hora que se casen, no?
- ¿Todavía viviendo con tus papás?
DEJEN VIVIR TRANQUILA A LA GENTE, SUS IMPERTINENCIAS NO APORTAN, CRÉAME.